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En 1521, Hernán Cortés entró en México dando paso a la creación del virreinato de Nueva España. Desde entonces y hasta su independencia en 1821, el intercambio cultural entre los dos territorios fue tan enorme que perdura hasta hoy. Estilos arquitectónicos, ritos, costumbres, música y gastronomía están fuertemente influenciados por los españoles que llegaron a aquellas tierras. Y para muestra basta un botón. Las ciudades de Mérida, Puebla, Guanajuato, Durango y Morelia son 5 buenos ejemplos de las huellas de ese rico pasado y permiten comprobar por qué México es uno de los destinos más ricos e interesantes del mundo.
Mérida, la ciudad del color blanco
Mérida, en el Estado de Yucatán, es una de las ciudades más desarrolladas de México y también una de las más ricas en historia y belleza arquitectónica. Su centro histórico es un diálogo de siglos. Varios de sus edificios coloniales se construyeron con la piedra caliza y blanca de edificaciones prehispánicas. Así fue como la capital yucateca se ganó el título de “la blanca Mérida”. Imprescindible la Plaza Grande y la Catedral de San Ildefonso –la primera en erigirse en suelo continental americano–, así como la Plaza de Santa Lucía, que durante la época colonial fue el área destinada a los indígenas mayas y personas de diferentes etnias. Es un lugar perfecto para disfrutar el aire relajado del Mayab. Si es jueves se puede disfrutar de las tradicionales serenatas yucatecas y sus bailes tradicionales. Más información
Puebla, en un lugar de La Mancha
Declarada Patrimonio de la Humanidad, Puebla combina las ventajas de una ciudad moderna con una historia de cinco siglos de presencia colonial. Este destino alberga 2.600 edificios catalogados como históricos, obras maestras de arquitectura colonial como el exconvento de Santa Rosa, que hoy alberga el Museo de Artesanías, y la Casa del Alfeñique, que debe su nombre a su abundante y fina ornamentación de argamasa blanca, misma que recuerda los dulces típicos de Puebla llamados “alfeñiques”. Entre 1550 y 1570, un ceramista oriundo del pueblo manchego de Talavera de la Reina llegó a Puebla para enseñar a los locales las técnicas europeas, de aquella mezcla surgió lo que se conoce como talavera poblana. Más información
Guanajuato, minas centenarias
Guanajuato, la capital del Estado homónimo, es una encantadora ciudad que fue construida durante el auge colonial, entre los siglos XVI y XVIII. También declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, recibe el título además de capital cultural de la región del Bajío. La ciudad es hermosa y cuenta con diversas plazas, sinuosas calles empedradas, arquitectura barroca, museos, teatros y festivales durante todo el año. Importante ciudad minera de la época, merece la pena llegar hasta la Valenciana, que se encuentra en el extremo norte de la ciudad y alberga la mina del mismo nombre, uno de los yacimientos de plata más ricos y productivos del mundo. Más información
Durango, un viaje de cine
La ciudad de Durango es famosa por su bello entorno natural y sus edificios coloniales. Capital del norteño Estado del mismo nombre, cuenta con una amplia riqueza de recursos naturales, motivo por el que atrajo a los colonizadores españoles a mitad del siglo XVI. Los ejemplos de arquitectura barroca que engalanan esta ciudad de cielo siempre azul son muchos, y sus calles, plazas, iglesias y edificios coloniales han sido el escenario de más de 120 películas. Un paseo por el centro histórico de Durango permite contemplar al menos 21 maravillas arquitectónicas, como la catedral, de estilo barroco y cuya fachada exhibe una rica iconografía; al interior se encuentra una importante colección de arte sacro. Más información
Morelia, acueductos con influencia romana
Andar por las calles del centro histórico de Morelia, en el Estado de Michoacán, es una experiencia inolvidable. La arquitectura de la ciudad atrapa la vista; su monumento más distintivo es el acueducto, cuya construcción fue ordenada por Fray Antonio de San Miguel en 1785; hoy conserva 253 arcos. Menos conocida es la Alhóndiga, que originalmente fue un granero y hoy es el edificio sede de la Corte. Otro recinto que no se puede dejar de visitar es el Museo de Arte Colonial, en el centro de la ciudad, que exhibe trabajos de los siglos XVI al XVIII. Sus documentos, libros, pinturas y muebles explican con gran detalle la forma de vida durante el virreinato. Pasear por sus calles supone un verdadero viaje en el tiempo. Más información
En cualquier caso, los tesoros coloniales de México se encuentran prácticamente en todo el amplio territorio del país, en grandes capitales y pequeños pueblos; desde casonas señoriales y conventos hasta modestas plazoletas y fuentes, y suponen una confirmación de la riqueza que surgió del encuentro entre culturas, la española y la indígena, entre los siglos XVI y XIX, así como un motivo más que atractivo para visitar el país.
Fuente: Marco de Comunicación