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La ciudad pacense de Olivenza se viste de gala para acoger la VI edición del Concurso Internacional de Pinchos y Tapas Históricos, que organiza la Red de Ciudades y Villas Medievales, una alianza integrada por 12 municipios de la Península Ibérica cuyo patrimonio medieval les confiere un atractivo turístico de primer nivel. Olivenza, símbolo de convivencia y diálogo por su pasado portugués y español, recibirá a 11 cocineros que lucharán por convertirse en el mejor chef medieval del año 2013. De forma previa, los protagonistas han tenido que superar el concurso que les ha coronado como los mejores cocineros históricos de su comarca. Ahora, representándola, optarán al título internacional.
La filosofía del concurso difiere de otros similares, añadiéndole un toque especial. En primer lugar, entre los ingredientes de sus pinchos, los participantes sólo pueden utilizar aquellos que ya existieran en la Edad Media. Además, deben tender siempre a usar aquellos que mejor definen a su tierra. Los cocineros que optan al premio proceden de Almazán (Soria), Consuegra (Toledo), Coria (Cáceres), Estella-Lizarra (Navarra), Hondarribia (Gipuzkoa), Laguardia (Alava), Olivenza (Badajoz), Pedraza (Segovia), Sigüenza (Guadalajara) en España, y Marvão y Vila Viçosa en Portugal.
Por supuesto, los visitantes que acudan a Olivenza, joya de la arquitectura medieval y barroca, podrán degustar cada tapa que compite. Los cocineros en liza las servirán en diferentes bares y restaurantes durante este fin de semana (8 y 9 de junio). Así, los visitantes podrán disfrutar de Olivenza siguiendo una ruta gastronómica de verdadera altura en once suculentas paradas. Los precios, muy asequibles: 2,5 euros el pincho, incluida una caña de cerveza o un vino.
El escenario del concurso
El origen de Olivenza está ligado a la definitiva reconquista de Badajoz por el rey de León, Alfonso IX, la primavera del año 1230. Para recompensar la participación que los Templarios a su servicio tuvieron en esa campaña, Alfonso IX les concedió los enclaves de Burguillos y Alconchel. Desde ese punto, la Orden creó la encomienda de Oliventia, erigiendo un templo a Santa María y levantando un castillo. Alfonso X el Sabio desalojó a los Templarios de aquella valiosa posición en la frontera y entregó el lugar al Concejo y Obispado de Badajoz. Más tarde, la localidad sería cedida por la regente Dª María de Molina, en nombre de su hijo, menor de edad, Fernando IV de Castilla al rey D. Dinis de Portugal (Tratado de Alcañices, 1297). D. Dinis elevó la antigua aldea castellana a la categoría de Villa, reconstruyó la fortificación templaria e impulsó la colonización del término con portugueses. Sus sucesores reforzaron con diversas medidas, la posición estratégica de Olivenza, concediendo privilegios y regalías al vecindario y realizando importantes obras defensivas.
Tras el esplendor que vivió en el siglo XVI, Olivenza se vio envuelta de forma muy directa en la Guerra de Restauración (1640), siendo conquistada en 1657 por el Duque de San Germán y devuelta a Portugal al firmarse las Paces de Lisboa (1668). De este período data el diseño de sus fortificaciones abaluartadas, cuya construcción se dilataría durante la siguiente centuria.
El siglo XVIII se inicia con un nuevo conflicto bélico –la Guerra de Sucesión española– en cuyo transcurso es destruido el puente de Ajuda (1709). La posición de Olivenza se torna así especialmente vulnerable, rindiéndose sin resistencia a las tropas españolas que la cercan en 1801 (Guerra de las Naranjas). Por el Tratado de Badajoz del 6 de junio, Manuel Godoy la incorpora formalmente a la soberanía española.
Olivenza es, en la actualidad, una ciudad plenamente española por el sentir de sus habitantes, pero que no renuncia a su tradición lusa. Con respeto y cariño, todos los monumentos del pasado portugués, tesoro artístico recibido en herencia por los oliventinos, han sido recuperados y restaurados gracias a la iniciativa municipal.