Un maharajá de Samode. Rajastán (India), hacia 1760. Tinta, acuarela opaca, plata y oro sobre papel, 261 x 380 mm
Elefantes blancos, deidades atemporales, paisajes exóticos, maharajás, palacios, exuberantes jardines… Un mundo a medio camino entre lo onírico y lo real, tanto en su acepción de realidad como en la de realeza, capturado…
