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El antiguo barrio de pescadores de Santa Catalina, en Palma de Mallorca, se ha convertido en una zona en la que abundan restaurantes, tiendas y espacios singulares que atraen por igual a turistas y locales.
Santa Catalina está formado por casas típicas, de una o dos plantas, con balcones y persianas mallorquinas y pequeños jardines o patios interiores. El barrio también incluye magníficas casas de estilo modernista que lo enriquecieron a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, construidas por los emigrantes que regresaron de Cuba. Además, destacan los molinos de Es Jonquet y la calle Industria, construidos en el siglo XVIII.
El barrio se encuentra al poniente de la ciudad, colindante con colindante con los barrios de Son Españolet y de Son Armadans, y se despliega alrededor del Mercado de Santa Catalina, el mercado de alimentos más antiguo de Palma. Carente de la protección de las murallas de la ciudad, el barrio de pescadores da la cara, precisamente, al mar, y su carácter es inseparable al del viejo Mediterráneo.
El edificio que alberga hoy el Mercado fue construido alrededor de 1920, y en 1978 se construyeron las separaciones de las paradas. Desde entonces, el espacio ha acometido diversas renovaciones para acondicionarlo a los tiempos modernos sin que por ello hubiese perdido el carácter de un mercado tradicional que ofrece productos frescos, en su mayoría de producción local y de temporada, para aquellos que están acostumbrados a la compra de alimentos frescos a diario.
Con el tiempo, el Mercado de Santa Catalina se ha convertido en un punto de encuentro no sólo para el cliente común, sino también para el chef profesional, para el gourmet entusiasta que busca lo mejor de la zona e incluso para cualquier aficionado gastronómico que busca información o consejo de lo muy experimentados tenderos que trabajan ahí; por supuesto, el turista ha ido descubriendo con el tiempo la riqueza del lugar y no son pocos los que se pasan por ahí para descubrir todo su encanto
Por supuesto, Santa Catalina acoge en sus calles muchos restaurantes que lo convierten en un destino ideal para los amantes de la buena mesa. Destacan en este sentido ofertas como las del Duke Restaurant, con su propuesta de cocina asiática y mediterránea; el Gin Burger, con sabrosas hamburguesas también para vegetarianos; o el Hanaita, uno de los mejores restaurantes japoneses de la ciudad. Dentro del propio mercado existen ofertas como Bar Joan Frau-Can Frau, todo un referente para meriendas y tapas de cocina tradicional mallorquina.
El barrio de Santa Catalina se ha convertido también en uno de los epicentros de la actividad artística de la ciudad, congregando una amplia oferta de actividades sobre todo alrededor del Teatro Mar i Terra.
En cualquier caso, en esta Semana Santa –o en cualquier momento– Santa Catalina, en particular, y Palma de Mallorca, en general, ofrecen diversas experiencias, de arte, de cultural, de gastronomía… perfectas para vivir unos días inolvidables.
Fuente: Promotourist