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Desde la Edad Media los peregrinos recorren León a pie, cruzándola de una punta a otra. El Camino de Santiago pasa por los lugares más importantes de la ciudad y ha dejado su huella en los monumentos principales. Realizar la Ruta Jacobea por las calles de la capital leonesa significa conocer la propia ciudad; pero descubriendo cada detalle y una multitud de rincones curiosos de los que no todo el mundo tiene constancia. Es el León más oculto.
Historia del Camino
En el año 812, cuando se descubre la tumba de Santiago El Mayor en Compostela, miles de fervorosos viajeros de toda Europa acuden a la ciudad gallega para honrar los restos del Apóstol. Y lo hacen cruzando los reinos cristianos del norte de España por una senda que hoy conocemos como el Camino de Santiago o Camino Francés. Por aquella ruta jacobea no solo circulaban personas sino también ideas, técnicas constructivas y estilos artísticos. En las ciudades importantes se establecieron mercaderes, cambistas y otra seria de personas con oficios de diferente índole. Durante la Edad Media los reyes protegieron el Camino y sus peregrinos construyeron puentes y hospitales. Las calles de la antigua capital del reino de León aún conservan su sabor antiguo y reflejan la importancia que tuvo en aquella época el Codex Calixtinus, Libro del Viaje del Peregrino Medieval que denominó a León “la Ciudad llena de toda especie de felicidades”.
Siguiendo las huellas de los peregrinos
Tras cruzar el río Torío en Puente Castro, a la sombra del antiguo Castro de los Judíos, los peregrinos entran en la ciudad, llegando a la Iglesia de Santa Ana. Junto a ella había un hospital de leprosos (lazareto) y un cementerio de peregrinos; ambos han desaparecido. La iglesia perteneció desde el siglo XVI a la Orden de Malta. ¿Qué curiosidades debemos descubrir en este punto? La cruz es el emblema del templo y se repite 9 veces en la iglesia, 2 en el exterior. Además, en el interior hay unas pinturas murales de 1557 y muy cerca hay una personificación del viento con cara de niño.
Llegamos entonces a la Puerta de la Moneda, una vía poblada de sombras medievales cuya denominación hace referencia a la entrada que se abrió en la llamada cerca nueva, allá durante el reinado de Alfonso XI. Aquí estaba situada la puerta por la que los peregrinos, y todos aquellos que llegaban desde el Este, se internaban en la ciudad. En sus alrededores los cambistas de moneda ejercían su lucrativo oficio. Aún podemos seguir el trazado de la cerca medieval a ambos lados de la entrada.
La Iglesia de Santa María del Mercado fue construida en el siglo XI al mismo tiempo que la basílica de San Isidoro. También es conocida como Santa María del Camino, porque alberga la imagen de la patrona de la ciudad. La iglesia se sitúa en la Plaza del Grano o del Mercado, la más pintoresca de León. Conserva el aspecto que la ciudad tenía antiguamente, con el suelo empedrado y las casas porticadas, y en ella se celebraba el mercado tradicional. Junto a ella está el Convento de las Carbajalas, que es albergue de peregrinos.
Para adentrarnos en la zona monumental de León, pasamos por la calle de La Rúa, bulliciosa y llena de tiendas, bordea parte de la antigua muralla y debe su nombre a los viajeros de origen francés que durante la Edad Media llegaron por el Camino y se establecieron en la ciudad. En sus inmediaciones se encuentran joyas históricas como el Palacio de los Condes de Luna y a su derecha se abre el famoso Barrio Húmedo; a la izquierda la popular Plaza de San Marcelo (o de las Palomas), donde se sitúa el Ayuntamiento de León.
Y si de calles hablamos, imprescindible en esta ruta jacobea es el paseo por la calle Ancha, la más importante de León desde hace 2.000 años, porque sigue el mismo trazado que la via principalis del campamento romano sobre el que surgió la ciudad. Arteria del singular Barrio Húmedo, corazón del casco antiguo medieval, la calle Ancha conecta una sucesión de plazuelas, rincones, arcadas y soportales que dibujan ese rostro tan singular de la ciudad antigua.
Precisamente en el entorno de la calle Ancha nos encontramos con joyas arquitectónicas como la Casa Botines, obra del famoso arquitecto catalán Antoni Gaudí, y con la sede de la Diputación, el Palacio de los Guzmanes, un edificio Renacentista con originales ventanales haciendo esquina. El patio plateresco está adornado con las armas de los Guzmanes: un caldero lleno de serpientes. En la entrada podemos encontrar a San Agustín lavándole los pies a Cristo peregrino.
Cómo no hablar de la Pulchra Leonina, la magnífica Catedral de León, joya gótica que se apoya sobre las ruinas de unas termas romanas y una catedral anterior. Constructores franceses comenzaron a realizarla en 1205, aunque tuvo añadidos posteriores. Sus portadas están llenas de esculturas que representan escenas de la Biblia, el Cielo o el Infierno; pero quizá lo mejor espera en el interior: las enormes ventanas con sus hermosas vidrieras que convierten los rayos del sol en un auténtico arcoíris.
La Basílica de San Isidoro es una obra cumbre del arte románico. El rey leonés Fernando I la mandó construir en 1056 sobre las ruinas de un antiguo monasterio destruido por Almanzor, para albergar las reliquias de San Isidoro y el Tesoro Real. Posteriormente se añadió la capilla mayor gótica y la espadaña barroca. La portada del Cordero representa el sacrificio de Isaac y tiene en su parte superior los signos del Zodíaco. La portada del Perdón o de los peregrinos, contiene escenas de la Pasión. El Panteón Real, famoso por sus pinturas del siglo XII, alberga las tumbas de algunos de los antiguos reyes de León. En la visita, recomendado buscar su famoso calendario agrícola.
Una pieza clave en este singular viaje es el Hostal de San Marcos, antiguo hospital de peregrinos que hoy es Parador Nacional y Museo Arqueológico. El edificio, de estilo Plateresco, fue sede de los monjes, soldados de la Orden Militar de Santiago, que protegían el Camino. La iglesia, a la derecha del conjunto, está decorada con conchas y motivos jacobeos. En su fachada hay que buscar los últimos detalles de esta ruta. A la izquierda, el emblema de la Orden de Santiago (una espada en forma de cruz) y a la derecha, tres calabazas con sus bastones.
En cualquier caso, perderse por las calles de León en esta ruta jacobea, buscando las múltiples huellas dejadas por los peregrinos de todos los tiempos, es una aventura llena de magia, de encanto, de misterio, de secretos… pero, sobre todo, muy atractiva.
Fuente: RV Edipress