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La Oficina Nacional de Turismo de Japón en España da la bienvenida al invierno compartiendo una mirada a Shirakawa-go. Esta pintoresca aldea histórica, Patrimonio Mundial por la UNESCO, alberga construcciones con un estilo arquitectónico único, interesantes museos sobre las industrias locales más características –como la de la seda– y un entorno natural de incomparable belleza que evoca la paz de la vida rural japonesa.
A los pies del monte Hakusan, en la prefectura de Gifu, se despliega la hermosa localidad de Shirakawa-go, un lugar que durante el invierno adquiere un encanto especial gracias a la imagen de sus campos y construcciones cubiertas de nieve y especialmente iluminadas para la ocasión. Uno de sus grandes atractivos es la aldea de Ogimachi, con sus casas tradicionales, construidas sin utilizar clavos. Las más antiguas llevan en pie desde hace más de 200 años. No obstante, la existencia de los asentamientos en esta zona se remonta al siglo XI. Su estilo de construcción se conoce como gassho-zukuri, que significa, literalmente, “manos unidas en oración”, por sus tejados triangulares hechos de paja que descienden abruptamente hacia el suelo para soportar el peso de la abundante nieve que cae en la zona durante el invierno.
Hay casas abiertas al público, como la Casa Wada, rodeada de un precioso jardín japonés, o la Casa Kanda, construida hace más de 150 años. En la Casa Nagase, donde vivía una familia de doctores, se conserva una muestra de instrumentos médicos del período Edo (1603-1867); un lugar fascinante. Cabe destacar el gran esfuerzo de la población local por preservar las casas, el entorno natural y la sostenibilidad, a través de unas políticas implementadas hacia 1971 por la Asociación para la Protección del Entorno Natural de Shirakawa-go y Ogimachi, bajo las directrices de “No vender”, “No poner en alquiler” y “No destruir”. Los vecinos de la localidad lo llaman Yui no kokoro o “Espíritu del Yui”, que significa el esfuerzo colectivo para trabajar juntos y mantener el entorno y el modo de vida incluso en los momentos más difíciles.
Muchos edificios de Shirakawa-go albergan museos que recorren la interesante historia de la región y de sus industrias locales, como la Casa Museo de la Seda de Tajima. Otros puntos de interés son el Mirador de Shirayama, ideal para disfrutar de unas bonitas vistas panorámicas (para sacar “la foto” de toda la aldea) y el Templo Myozenji, con su buda de gran tamaño. Ninguna visita a Shirakawa-go puede finalizar sin probar el doburoku, una bebida local parecida al sake, pero sin filtrar, que tiene su museo y protagoniza su propio festival en otoño.
En cualquier caso, el inverno en Japón vuelve a mostrar su excepcional colección de postales, imágenes que muestran el inagotable encanto que surge de esa peculiar mezcla entre cultura y naturaleza que hace del País del sol naciente un lugar realmente fuera de serie.
Fuente: Comunicación Iberoamericana