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Lisboa es una de las ciudades más cálidas de Europa. Su clima, moderado por los vientos del Atlántico, y sus suaves temperaturas invernales –que difícilmente bajan de los 5ºC–, convierten a la capital portuguesa en el lugar perfecto para una escapada en esta temporada. Además, fundada hace unos 3.000 años, la ciudad ofrece uno de los patrimonios históricos más interesantes de Europa.
Su historia se encuentra ligada a su posición estratégica en la desembocadura del río más largo de la Península Ibérica, el Tajo. Su puerto natural era el más cómodo para el abastecimiento de los barcos que comercian entre el Mar del Norte y el Mediterráneo. Asimismo, se encuentra en el extremo suroccidental de Europa, un punto estratégico para las rutas comerciales con África y América.
Barrios llenos de historia
Los frutos de esta larga historia se aprecian en numerosos lugares de la capital portuguesa, como los barrios de Alfama y Mouraria. Sin duda, es Alfama –que debe su nombre a su origen árabe (Al-Hamma)– uno de los más famosos. En décadas pasadas, hogar de pescadores; hoy en día habitado por familias portuguesas que han ocupados sus casas desde hace muchas generaciones. Alfama es la cuna del Fado, la canción típica lisboeta, y en sus calles podemos encontrar numerosas Casas ofrecen lo mejor de esta música.
El barrio está repleto de restaurantes o tascas típicas donde se puede comer auténtica comida portuguesa por poco dinero. Lo más divertido ahí es recorrer sus calles estrechas, que forman laberintos donde no importa perderse. Además, si es martes o sábado, junto al Panteón se monta la Feira de Ladra, una especie de mercadillo callejero para comprar todo tipo de objetos antiguos, ropa, muebles, juguetes, discos, libros…
También en Alfama se puede disfrutar de las mejores vistas de la ciudad gracias a sus miradores como el mirador das Portas do Sol, el Mirador de Graça y el Mirador de Santa Lucía. Desde este último lugar de aire romántico se disfruta de una panorámica magnífica de Alfama y del Tajo: la Iglesia de San Esteban, las torres blancas de San Miguel y la cúpula de Santa Engracia.
La Casa dos Bicos, otra joya de Alfama, se llama así por su característica fachada de piedras talladas en forma de puntas de diamante o picos (bicos). Actualmente, el edificio es la sede de la Fundación José Saramago y alberga la exposición permanente “La simiente y los frutos”, y junto a ella reposan, bajo un olivo, las cenizas del propio escritor.
Un día en el Castillo
En la cima de la colina más emblemática de Lisboa se encuentra el Castillo de San Jorge. Construido en el siglo V por los visigodos –sobre edificaciones de época tan temprana como el siglo VII a.C–, el Castillo de San Jorge fue agrandado por los árabes en el siglo IX y modificado durante el reinado de Alfonso Enríquez. Su período de máximo esplendor se extendió desde mediados del siglo XIII hasta principios del siglo XVI, época en la que el castillo estuvo ocupado por los reyes de Portugal. Piezas clave de su pasado, actualmente se están recuperando restos fenicios, griegos y cartaginenses.
Hoy en día, el Castillo se ha convertido en un centro de gran actividad cultural, y más allá de la visita tradicional, en el lugar se desarrollan los domingos diferentes talleres, sobre todo enfocados para niños, como el dedicado a lanzas y su evolución a lo largo del tiempo, entre muchas otras propuestas.
Otro exponente máximo de la historia de Lisboa es, sin duda, el barrio de Mouraria, lugar de multiculturalidad, mezcla gente y tradiciones. En el siglo XII fue en este barrio donde se creó la comunidad de los “moros”, los musulmanes que perdieron la ciudad que durante varios siglos gobernaron, así como de los judíos que se resistieron a aceptar el cristianismo impuesto.
El barrio tiene dos zonas diferenciadas: la parte más alta, que se parece mucho a Alfama, y la parte baja y llana, coincidente con la animada Praça Martim Moniz. En esta plaza se ha creado el Mercado de Fusão, un espacio multicultural con puestos de cocina internacional, cócteles y zumos naturales, desde lo más básico a lo más gourmet; por supuesto, la gastronomía portuguesa también está representada. Del mismo modo, la plaza acoge conciertos o sesiones de DJ’s al lado de los chiringuitos.
En todo caso, Lisboa es un destino perfecto para una buena escapada, incluso en inverno. Arte, cultura, historia, arquitectura, gastronomía… Una ciudad abierta y capaz de cautivar a cualquiera.
Fuente: Idealmedia