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Desde mañana, 2 de febrero, y hasta el día 23, la Sala Han-ul del Centro Cultural Coreano de Madrid (Paseo de la Castellana, 15) presenta la exposición `Vuelan pájaros´, una muestra que reúne 37 grabados en madera e impresos en papel a mano, que datan entre 1990 y 2017, realizados por el maestro coreano Lee Chul Soo.
Este singular conjunto de obras ofrece una aproximación a la cultura popular coreana con la armonía de la naturaleza y el hombre, basándose también en sus propias observaciones y la sabiduría resultante de la vida, e inspirándose en las enseñanzas budistas, reflejando la actual situación política y social de Corea del Sur.
Una obra de tamaño grande titulada ´Un pájaro vuela con todo el cuerpo´ y un homenaje al compositor Yoon Lee Sang titualado ‘Un tigre blanco’ son sólo un par de ejemplo de estas obras de líneas simples, puntos y poemas escritos dentro de las mismas ilustraciones. En todo caso, las obras de Lee provocan, en su conjunto, un impacto visual muy poderoso en sus espectadores; sus grabados van más allá de los grabados existentes.
Se trata de una exposición que recrea la vida de Lee Chul Soo, la cual a su vez representa nuestra propia vida y el instante en el que se hace una pausa para reflexionar sobre ella. Además de artista, Lee es agricultor, practicante de budismo zen y observador entusiasta de la vida diaria en su pueblo natal. Sus reflexiones poéticas expresan las relaciones que los humanos tienen con su entorno natural, sus familias y vecinos, y con todas las personas de todo el mundo. Así, el artista consigue atrapar un instante de experiencia profunda de manera filosófica y a la vez con mucho humor.
Caracterizadas por un estilo inconfundible, las obras que ahora se exponen en el Centro Cultural Coreano no solo son conocidas en el país de origen del artista, también tienen un gran reconocimiento a nivel internacional. Exposiciones de sus trabajos han tenido lugar en muchos países europeos y también en Estados Unidos, haciendo de Lee uno de los artistas más destacados y representativos de Corea.
El trabajo de Lee Chul Soo comenzó en la década de 1980 como artista autodidacta, vinculado al Minjung, un movimiento de pintura popular que surgió tras la masacre de Gwangju y cuyo objetivo era expresar una crítica social de la dictadura y de la americanización a través del lenguaje del arte. Sus obras representan a los campesinos y labradores que trabajan en contacto con la naturaleza y contienen una dura crítica de la sociedad contemporánea.
Desde este punto de vista, el arte de Lee Chul Soo no estaba muy alejado de las tendencias de los años 90, y de hecho se inspiró en las enseñanzas budistas del Zen, especialmente las enseñanzas del maestro budista Baizhang Huaihai (720-814). Baizhang y sus monjes desarrollaron sus propias reglas, trabajaban el campo y vivían de él, así que fueron muy afortunados al poder mantenerse independientes durante el difícil periodo en el que el budismo fue duramente perseguido. Y el propio Lee Chul Soo sigue estas doctrinas desde que en 1987 se mudara al campo con su familia. Según él, la conciencia de las estaciones, la belleza de las flores y la promesa de una nueva vida que fluye de las semillas, solo pueden ser apreciadas por un trabajador que labra la tierra.
Budismo y folclore, el valor del trabajo, así como la relación cercana existente entre la naturaleza y el hombre, son algunos de los conceptos básicos detrás de la creación de estos grabados. Y dentro de su amplia labora divulgativa, el Centro Cultural Coreano ofrece, precisamente, una invitación a reflexionar sobre estos importantes mensajes entrelazados en las raíces de la cultura coreana.
Fuente: Prensa Centro Cultural Coreano