Share This Article
Arquitectura, costumbres, fiestas y tradiciones vividas a miles de kilómetros de la Península Ibérica; relatos de una historia compartida. Así es este recorrido por los principales lugares que evidencian la influencia castellana en el patrimonio y la cultura del archipiélago de Filipinas.
Si bien es cierto que al nombrar Filipinas acuden a la mente imágenes de playas paradisiacas y naturaleza desbordante, el archipiélago es también hogar de un patrimonio cultural mezcla de más de 300 años de colonización y tradiciones originarias. Desde joyas históricas declaradas Patrimonio de la Humanidad hasta arraigadas fiestas populares marcan el carácter de la isla y exhalan influencia española por los cuatro costados; para muestra, un botón:
Las Iglesias Barrocas de Filipinas
Declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1993, este singular conjunto está formado por cuatro iglesias, situadas en Manila, Ilocos Sur, Ilocos Norte e Iloílo, que fueron construidas por los españoles a partir de finales del siglo XVI. Cada una de ellas supone el resultado de la reinterpretación local del barroco europeo.
La ciudad histórica de Vigan
Situada en la isla de Luzón y capital provincial de Ilocos Sur, Vigan fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1999. Fundada en el siglo XVI, la ciudad es el ejemplo intacto del urbanismo colonial español en Asia. Su arquitectura es un exponente de la confluencia de elementos culturales procedentes de otras regiones de Filipinas, así como de China y Europa. Esa confluencia ha dado como resultado la configuración de un paisaje urbano excepcional: la ciudad colonial mejor conservada de Asia.
Manila
Si hay un lugar donde las huellas de Castilla son especialmente visibles, ese es el distrito de Intramuros, en Manila. Situado al sur del Rio Pasig, en la bahía de la ciudad, se erige un recuerdo clave del antiguo vínculo con la metrópoli: la ciudad amurallada de Intramuros. Construida en 1571 por el conquistador español Miguel López de Legazpi, sus paredes defendieron el palacio y las iglesias de su interior hasta que fueron destruidas en la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente reconstruida, hoy alberga edificios históricos y calles empedradas que recuerdan a ciudades situadas a miles de kilómetros de allí. Entre sus construcciones más emblemáticas:
– La Catedral de Manila: erigida en 1581, y siete veces reconstruida tras varios incidentes, incluyendo incendios, innumerables terremotos y, sobre todo, el trágico bombardeo de Manila durante la Segunda Guerra Mundial, la Catedral de Manila corona la Plaza de Roma y es el templo más importante de Filipinas, el único país católico de Asia.
– Casa Manila: se trata de un museo etnográfico que imita las viviendas que levantaban los españoles durante los años coloniales. Edificios de varias plantas en los que es fácil imaginar cuál era el nivel de vida de los ciudadanos españoles. Zaguán, corredor, sala y antesala, habitaciones, azotea, cocina… las típicas estancias de estos palacetes denominados «Casa Manila».
– La Iglesia de San Agustín: una de las cuatro iglesias barrocas declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO y, también, la más antigua de la ciudad. Un magnífico templo que sorprende con ricas decoraciones en sus paredes y techos, así como por los asientos del coro, tallados por los monjes Agustinos.
– Fuerte de Santiago: bajo el escudo de Santiago, esta ciudadela amurallada fue el fortín defensivo que construyó Miguel López de Legazpi tras fundar Manila. Además de su significado militar, el recinto es hoy un homenaje al héroe nacional filipino, José Rizal, fusilado por las autoridades españolas en 1898.
La fiesta más castiza
Y si los vestigios patrimoniales son evidencias claras de la impronta española en la isla, Filipinas también cuenta con festividades que bien podrían recordar al Madrid más castizo, como la celebración dedicada a San Isidro Labrador, que se remonta al siglo XVI. La fiesta supone un momento de máximo esplendor turístico en la provincia de Quezón, al sudeste de Manila. Durante el día, los filipinos se visten con sus mejores galas para recibir al santo en su procesión.
Además, es imposible olvidar las calesas que recorren de arriba abajo la ciudad de Manila al más puro estilo sevillano. En definitiva, no es extraño que Filipinas sea el país más latino de Asia y un evidente espejo de la historia de España al otro lado del mundo.
Fuente: Comunicación Iberoamericana