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Desde hoy, 15 de febrero, y hasta el 17 de junio, el Institut Valencià d’Art Modern, el IVAM, presenta la exposición Joan Miró, Orden y Desorden, una muestra sobre la faceta más heterodoxa del artista a través de 200 obras, entre pinturas, esculturas, dibujos, cerámicas, carteles y piezas vinculadas con las artes escénicas.
Con obras procedentes de grandes de instituciones, como el Museo Reina Sofía, el Thyssen Bormemisza, la Fundación Juan March, el MACBA, la Fundació Joan Miró, la Fundació La Caixa, el museo Es Baluard, la Fundació Pilar i Joan Miró de Palma o el Museo Boijmans Van Beuningen de Róterdam, se trata de la primera exposición que dedica el IVAM a quien es considerado uno de los máximos representantes de la pintura española del siglo XX, precisamente en el año en el que se cumple el 125 aniversario de su nacimiento.
Comisariada por Joan Maria Minguet Batllori, doctor en Historia del Arte y profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona, la exposición trata de mostrar la capacidad que el artista ejerce sobre el espectador para perturbar, activar, revelar o transformar su mirada. Miró fue capaz de crear un mundo ordenado para luego subvertirlo. Fue una persona metódica, tal y como atestiguan la documentación, fotografías y dibujos preparatorios de sus obras. Pero al mismo tiempo, ese orden y ese método se alteraban con unos ingentes deseos de experimentación. Fue un artista que quiso ‘asesinar la pintura’ en 1927, pero que no dejó de pintar durante cuarenta y cinco años. Maldijo la perversión del mercado del arte, pero sostuvo su economía a través de galeristas de gran proyección.
Orden y desorden
La muestra se divide en cinco salas. La primera de ellas aborda los primeros años del artista, una etapa en la que imperó el orden. El creador no puede desordenar lo ordenado sin haber pasado antes por el aprendizaje del arte como técnica, del oficio como amarre. Sin embargo, ese aprendizaje se convierte para él en un cautiverio del que empezará a liberarse al llegar a París en 1920. A partir de entonces se concentró en buscar un lenguaje personal; en sus obras se produjo un desapego mayor hacia los referentes y una transformación de éstos en signos. Aquí es donde viene el desorden dentro del orden: el alfabeto visual propio.
Figuras y monstruos
La segunda sala muestra la experimentación en su obra pictórica en el trabajo de representación. En los años treinta algunos de sus signos empezaban a mostrar rasgos que pueden ser identificados como representaciones de seres humanos: personajes dislocados, monigotes turbadores, garabatos deformes… Un debate entre realidad y ficción, entre fascinación y monstruosidad, entre orden y desorden, en obras como Composición (mujer, tallo, corazón), 1925 o Pintura (sobre masonite), 1936, ambas incluidas en la exposición.
Lo simple como solución a la complejidad
La tercera sala aborda la explosión de indisciplina absoluta que supuso la serie de telas quemadas para su exposición en el Grand Palais en 1974. A los ochenta años, cuando se suponía que un artista que empezó en el mítico período de vanguardias ya estaba en declive, quiso demostrar que estaba más vivo que nunca. Y lo planteó utilizando el fuego para desmantelar la representación, para situar el lienzo en otro orden. O en otro desorden, como se observa en obras como Tela cremada de 1973.
Miró grafitero
La cuarta sala aborda una de las obsesiones de Miró: desplazar el gesto creativo desde el mundo minoritario del arte a la calle y al teatro. Algo que consiguió, por ejemplo, con una performance pictórica en el edificio del Colegio de Arquitectos de Barcelona en 1969. O con su colaboración en la obra Mori el Merma, un espectáculo de la compañía Claca teatre con decorados, máscaras y polichinelas diseñados y pintados por Miró. Entre otras obras y acciones esparcidas a lo largo de su carrera.
Miró ceramista y cartelista
La última sala presta atención a la cerámica y los carteles de Joan Miró. El artista encontró en la cerámica un laboratorio de experimentación para trabajar con unas materias y unos procedimientos en los que el azar del fuego tenía la última palabra. Del mismo modo, el cartel supone en la obra de Miró la captación instantánea de su mundo iconográfico y la posibilidad de llevar la provocación que sus signos generaban en las galerías o en los museos al centro de la vida pública.
IVAM – Arte en Valencia
Joan Miró, Orden y Desorden –una de las diversas exposiciones y actividades que esta temporada habitan las salas del museo– vuelve a subrayar la relevancia del IVAM dentro del mundo del arte y la cultura tanto en la Comunidad Valenciana como en el resto del país. Protagonista esencial de la agenda cultural valenciana, el IVAM es, sin duda, un lugar de visita obligada para todo aquel que se acerque a la maravillosa ciudad del Turia.
Fuente: Prensa IVAM