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Pueblos con encanto, bosques milenarios, miradores que alcanzan las nubes… además de sus atractivas playas, las Islas Canarias atesoran un “refrescante” mundo interior; una gran conjunto de posibilidades para descubrir este verano como alternativa a la costa. Lugares para recorrer a pie o en bici, desde edificios de gran interés cultural hasta rincones que desvelan el pasado de estas islas. Siete joyas de las Islas Canarias que no te puedes perder:
FUERTEVENTURA: Parque Natural Dunas de Corralejo
En el norte de Fuerteventura, junto al gran núcleo turístico de Corralejo, está el mayor campo de dunas de las Islas Canarias, una enorme extensión de arenas finas y blancas bañada por las aguas turquesas del océano Atlántico. El aspecto desértico que tiene esta zona hace difícil creer que al final de las dunas se encuentre una de las playas más paradisíacas de todo el archipiélago. El sector sur es todo lo contrario, de colores ocres y rojos y formas rugosas y dramáticas que recuerdan que se trata de una zona de conos volcánicos. Para visitar el Parque Natural Dunas de Corralejo se recomienda no olvidar una toalla, agua y protección solar (opcionalmente bañador si no se practica nudismo), si bien hay que calzar botas para ascender los 300 metros del volcán Montaña Roja, para retratar con la cámara de fotos las islas vecinas de Lanzarote y La Graciosa despuntando sobre el mar.
TENERIFE: Casco histórico de La Laguna
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el conjunto histórico de La Laguna, de arquitectura colonial, es la primera muestra de centro urbano no fortificado, concebido y construido en el siglo XV según un plano inspirado en la navegación, que era la ciencia de la época. Fue la primera ciudad de las Islas Canarias y ahora es un foco cultural y universitario que nadie que visite Tenerife debe perderse. Sin murallas y con una amplia zona peatonal destinada a uso comercial, la ciudad invita a pasear en familia y descubrir sus palacios, iglesias y conventos, comenzando por la catedral de estilo neoclásico.
LA PALMA: Bosque de Los Tilos
El interior de la isla de La Palma alberga el resultado de una explosión de biodiversidad que da apariencia de un lugar encantado, donde las nubes y los árboles se tocan. Una jungla inofensiva y tranquila que alberga uno de los bosques de frondosa laurisilva más importantes de las Islas Canarias. El Bosque de Los Tilos tuvo su origen hace varios de miles de años y se mantiene intacto como un primitivo reducto mundial de laurisilva y árboles de hoja ancha que hace millones de años abundaban en el planeta. El lugar fue declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 2002, una protección que hoy engloba a toda la isla de La Palma. Merece la pena recorrer el corazón del bosque y ascender unos mil metros hasta llegar a los refrescantes manantiales de Marcos y Cordero.
LANZAROTE: El legado de César Manrique
Lanzarote bien parece una isla modelada por un artista. Su pulcritud realza la armonía entre el arte y la naturaleza. El artista multidisciplinar César Manrique, creador universal y pionero del ecologismo, dejó su impronta en el que consideró “el lugar más bello de la tierra”. Gran parte de su obra se encuentra en la isla, como los Jameos del Agua, el Jardín del Cactus o el Mirador del Río, incluida la Fundación César Manrique, que cada año recibe la visita de miles de turistas. Su legado es un atractivo turístico de primera clase que se extiende no solo por Lanzarote, sino por todo el archipiélago. Desde 1993, la isla fue reconocida por la UNESCO como Reserva de la Biosfera.
LA GOMERA: Mirador de Los Roques
El Parque Nacional de Garajonay, reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, puede contemplarse desde las alturas, una perspectiva inusual que es posible desde un conjunto de privilegiados miradores que permiten espectaculares vistas a un símbolo de la isla de La Gomera. Como el Mirador de Los Roques, que ofrece una mirada excepcional a los cinco enormes bloques redondeados de roca formados por magma, que nunca salió a la superficie, y que sobresalen del verde techo forestal por la erosión. Este paisaje está incluido por la UNESCO dentro de la Reserva de la Biosfera que abarca toda la isla. El mirador que se encuentra entre los roques de Agando y La Laja ofrece preciosos amaneceres y atardeceres que tiñen de rojo los 180 metros del cercano roque de Agando. La Zarcita, Carmina y Ojila son los nombres de los otros tres roques que vigilan la isla.
GRAN CANARIA: Cueva Pintada
Además de los casi 60 kilómetros de playas y más de 26.000 hectáreas declaradas Reserva de la Biosfera por la UNESCO, en Gran Canaria también es posible caminar por un poblado prehistórico. En el norte de la isla se encuentra el Museo y Parque arqueológico Cueva Pintada, un yacimiento reconocido con el Premio Internacional de la Fundación Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio (CICOP) que conservan los restos de un asentamiento aborigen canario y permite descubrir la historia de la isla. Por la pasarela que atraviesa los restos arqueológicos se llega a una cueva en la que se conservan extraordinarias pinturas rupestres, ideal para viajeros inquietos que desean conocer las raíces de su destino de vacaciones.
EL HIERRO: El Charco Azul
Una de las piscinas naturales de agua salada más bellas del archipiélago, su intenso color azul turquesa, que brilla en el entorno volcánico del majestuoso Valle de El Golfo, parece una obra del artista César Manrique, pero hablamos de un prodigio –uno más– de la propia naturaleza de El Hierro. Aunque es un enclave virgen y poco frecuentado, no es complicado acceder a él a pie para disfrutar de un compendio de las múltiples formas que dejó la lava. Dada su belleza, el Charco Azul es uno de los rincones más retratados de la isla.
Fuente: Porter Novelli