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Pintar imágenes que no puedan diferenciarse de la realidad ha supuesto un desafío para artistas de todos los tiempos. La habilidad para engañar al espectador haciendo pasar lo pintado por real mediante las leyes de la óptica y de la perspectiva es todo un juego cuyos primeros ejemplos se conocieron a través de textos literarios griegos. Desde entonces, el trampantojo ha tenido en las artes una larga presencia. Y, desde mañana, 16 de marzo, y hasta el 22 de mayo, el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid ofrece una exposición que revisa el género, como nunca antes, a través de más de un centenar de obras procedentes de museos y colecciones de todo el mundo.
Hiperreal. El arte del trampantojo abarca un arco cronológico que va desde el siglo XV hasta el XXI, presentando obras que produjeron ese efecto de falsa realidad a través de los más variados recursos y técnicas pictóricas. Junto al hábil uso de la perspectiva, el escorzo o los efectos lumínicos, los pintores introdujeron todo tipo de juegos visuales, como elementos que se proyectan fuera del cuadro e invaden el espacio del espectador, insectos que parecen posados sobre el lienzo, o materiales y texturas reproducidas con tal detalle que consiguen engañar y fascinar a quien los mira.
En cualquier caso, el discurso de esta nueva propuesta expositiva del Museo Thyssen presenta las obras ordenadas por materias y escenarios, independientemente de su fecha de ejecución, para poder así resaltar la continuidad del género, que se prolonga hasta nuestros días:
Puesta en escena, el primer apartado de la muestra, está dedicado al bodegón, el género que más posibilidades ha brindado a los artistas para experimentar el mito de la ilusión, buscando retratar objetos, flores, frutas y otros alimentos de forma tan realista que resulte difícil diferenciar entre verdad y ficción. Un viaje apasionante por la historia del arte comienza con un fragmento de mosaico romano con la representación de tres perdices y sigue su curso a través de obras destacadas de los siglos XVI al XX.

A continuación, Figuras, encuadres y límites desvela el engaño a través del marco pintado; jugar con los márgenes, límites o marcos de los cuadros es uno de los recursos más utilizados para confundir ilusión y realidad. La figura se representa a escala real y los encuadres arquitectónicos se pintan con todo detalle, con sus fisuras, desconchados e imperfecciones, imitando la madera o la piedra a la perfección, y situando algunos objetos o miembros sobresaliendo del marco, difuminando el límite entre nuestro espacio y el de la pintura.
Representaciones de hornacinas, vanos, estanterías, alacenas y armarios repletos de libros y objetos diversos que sorprenden por su ilusionismo son los protagonistas en Huecos para curiosos, el tercer apartado de Hiperreal. El arte del trampantojo. Efectos ópticos como el reflejo en metales o cristales, pintar una puerta entreabierta para atraer la mirada hacia el interior, o el juego de llaves colgando de la cerradura y proyectando su sombra son recursos de los que se valen los pintores para acentuar el engaño y aumentar la sensación de realidad. En este apartado se incluyen también los llamados ‘gabinetes de curiosidades’, en los que el artista recrea las piezas más sobresalientes, curiosas y sugestivas de exclusivos coleccionistas, desvelándonos la personalidad y los gustos de sus dueños.
En el cuarto apartado, Muros fingidos: tablones y paredes, el papel, en sus múltiples formatos –documentos, cartas, dibujos, grabados, mapas, partituras…– ocupa un lugar especial en la representación del trampantojo. Esta diversidad de manuscritos e impresiones permiten al pintor mostrar su habilidad para reproducir con el pincel las distintas técnicas de estampación, caligrafías, calidades y texturas, recreándose en representar dobleces, roturas y todo tipo de detalles e imperfecciones. En este capítulo se presenta también otro grupo de obras en las que los objetos que cuelgan de una pared están vinculados a la caza, tales como armas, trofeos y diversos útiles y aparejos.

Dedicado a los rincones de artista y a los quodlibet, subgéneros del trampantojo, el quinto apartado, Desorden perfecto muestra la representación de objetos cotidianos o personales: papeles, cartas, grabados, pequeñas joyas, peines… Colocados aparentemente al azar, los objetos pintados adquieren su significado al ser incluidos en el cuadro, ya sea un encargo, de forma que representen los gustos del comitente, o del propio artista, como forma de reafirmarse en su oficio y mostrar su pericia. En cualquier caso, estas obras se convierten en fieles testimonios de su época.
Llamada a los sentidos, con composiciones cuyo tema principal son las esculturas y las flores, es la sección que muestra la destreza del artista en la reproducción de los distintos materiales, desde el alabastro de las figuras esculpidas a los mármoles y piedras de los marcos fingidos y de las molduras; en otras palabras, el arte de pintar esculturas. Así como las flores, que son otro de los motivos más utilizados en los trampantojos, ya sean arreglos en forma de ramos, cestas, floreros o guirnaldas, o como complemento de otros temas.
En Renovación americana y su estela, el capítulo dedicado a los renovadores del género en Estados Unidos y a su influencia, la muestra ofrece una mirada a la riqueza del trampantojo en aquella parte del mundo durante el siglo XIX y principios del XX, cuando el género ya había decaído en Europa, con una gran variedad de estilos y composiciones. Algunas obras están repletas de objetos pintados mientras que otras destacan por su simplicidad compositiva, pero todas tienen en común la capacidad de atraer al espectador, invitándole a explorar sus detalles y su ilusionismo.

Por último, Trampantojo moderno está compuesto por piezas que destacan por mostrar la habilidad y la imaginación de sus autores para sorprender, con algunos ejemplos que se remontan al siglo XVI, pero centrando la atención en los siglos XX y XXI, desde lienzos tan originales como La tierra (h.1570), del inconfundible Giuseppe Arcimboldo, hasta obras de Salvador Dalí, como Máxima velocidad de la Madonna de Rafael (h. 1954). La sala se completa con una muestra de la pervivencia del género en el arte actual, que incluye obras de los artistas españoles Gerardo Pita, César Galicia y Manuel Franquelo.
Como colofón, Hiperreal. El arte del trampantojo presenta Tren elevado en Brooklyn (2022), un collage moderno y urbano que combina fotografía, escultura y arquitectura, creado exprofeso para la ocasión por el artista Isidro Blasco. La obra cierra el recorrido de la exposición devolviendo al espectador a la realidad pues, sin ser propiamente un trampantojo, provoca una reflexión sobre esa dualidad realidad/representación característica del género.
Fuente: Prensa Museo Thyssen-Bornemisza