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La primera imagen que nos suele llegar a la mente cuando pensamos en Filipinas es la de sus playas de ensueño, con todo tipo de rincones para perderse y acompañadas por gente acogedora y sonriente. Pero Filipinas es mucho más que eso. El archipiélago es gastronomía, es diversión, es naturaleza y es cultura, mucha cultura.
Una opción más que interesante es descubrir las joyas de este país a través de los 6 lugares reconocidos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La Ciudad histórica de Vigan se encuentra en la isla de Luzón, en la región de Llocos, y es la capital provincial de Llocos Sur. Fundada en el siglo XVI e inscrita como Bien Cultural en 1999, la ciudad de Vigan es el ejemplo intacto del urbanismo colonial español en Asia. Su arquitectura es un exponente de la confluencia de elementos culturales procedentes de otras regiones de Filipinas, así como de China y Europa. Esa confluencia ha dado como resultado la configuración de un paisaje urbano excepcional y de una cultura sin igual, convirtiéndose en la ciudad colonial mejor conservada de Asia.
Del mismo modo, las Iglesias Barrocas de Filipinas también han sido reconocidas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. La declaratoria incluye 4 iglesias situadas en las ciudades de Manila, Ilocos Sur, Ilocos Norte e Iloílo. La primera de ellas fue construida a finales del siglo XVI por los españoles, y todos estos monumentos son representativos de un estilo arquitectónico excepcional, resultado de la reinterpretación del estilo barroco europeo por parte de los filipinos y chinos que participaron en su construcción.
El Parque marino del Arrecife de Tubbataha, en Palawan, integra en la lista una superficie protegida de casi 100 mil hectáreas, que contiene tres atolones y una zona de alta mar. Este espacio ha sido especialmente reconocido por su biodiversidad marina, ya que contiene especies claves, como ballenas, delfines, tiburones, tortugas y peces Napoleón (Cheilinus undulatus). Los ecosistemas del arrecife contienen más de 350 especies de corales y casi 500 de peces. Además, la reserva protege también uno de las últimas colonias de anidamiento de aves marinas de la región.
Las Terrazas de arrozales de Ifugao entraron a formar parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1995. Y es que desde hace 2000 años el pueblo Ifugao viene construyendo en las montañas terrazas perfectamente adaptadas a las curvas del relieve para cultivar el arroz. Fruto de técnicas y tradiciones sagradas, transmitidas de generación en generación, estos arrozales forman un paisaje de gran belleza, que refleja la armonía lograda por el hombre con la naturaleza.
El Santuario de vida salvaje de la cadena del Monte Hamiguitan, en Davao Oriental, es la incorporación filipina más reciente realizada por la UNESCO, en el año 2014. La amplitud de sus alturas, que van de los 75 a los 1.637 metros sobre el nivel del mar, ofrece un hábitat excepcional, terrestre y marino, para numerosas especies de animales y plantas. En el Monte Hamiguitan descansa el único bosque protegido de Filipinas y en el conviven numerosas especies protegidas, así como 8 especies endémicas de flora y fauna; entre ellas figuran dos aves emblemáticas: el águila de Filipinas y la cacatúa de Filipinas.
Por último, el Parque Nacional del río subterráneo de Puerto Princesa, en Palawan, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1990. Y lo fue por su valor universal y ecológico, así como por la increíble belleza natural que alberga el lugar. Al paisaje kárstico de este parque se suma un río subterráneo sorprendente: el río subterráneo navegable más largo del mundo (8,2 kilómetros), que parte de una espectacular cueva para desembocar en el Mar del Sur de China. El sitio es un hábitat importante para la conservación de la diversidad biológica, así como uno de los bosques más importantes de Asia.
En cualquier caso, visitar Filipinas supone encontrarse con un conjunto de tesoros, naturales y culturales, realmente fuera de serie.
Fuente: Interface Tourism Spain