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A partir de hoy, 29 de noviembre, y hasta el próximo 7 de diciembre, se lleva a cabo la XIII edición de un certamen cinematográfico más que singular: el Festival Internacional de Cine de Marrakech, que este año cuenta con el director Martin Scorsese como Presidente del Jurado. Así, en esta edición del festival se van a exhibir más de 110 películas, procedentes de 23 países, con el cine escandinavo en el punto de mira, y como cada año la atención se centrará en el descubrimiento de las quince películas que se muestran en competición.
Japón, Venezuela, Estados Unidos, Francia, Corea del Sur, Polonia, Dinamarca, México, Italia, Lituania, Cuba, España y, por supuesto, Marruecos… Realizadores de los cinco continentes, junto con diversos talleres y eventos especiales, harán de la antigua ciudad imperial, durante ocho días, un verdadero paraíso para los amantes del séptimo arte.
El Festival Internacional de Cine de Marrakech fue creado en 2001 por Su Majestad el Rey Mohammed VI para promover las artes y la industria del cine en Marruecos. Renovando el diálogo entre talentos e intelectos, fomentando la diversidad y construyendo puentes entre diferentes culturas y países, el Festival se ha convertido en una encrucijada donde grandes actores nacionales e internacionales, productores, cineastas y directores se reúnen cada año. La programación, los homenajes, las clases magistrales, las películas de audiodescripciones para personas con discapacidad visual y las proyecciones en la plaza principal de Jemaa El Fna han contribuido a hacer de este encuentro un lugar donde los sueños, el arte y el compromiso cívico conviven en armonía.
Además de la excepcional cinematografía, por supuesto, uno de los encantos más relevantes de este encuentro es su propia sede, la ciudad de Marrakech. Los Jardines de Majorelle, la medina y la plaza de Jemaa El Fna, las tumbas de Saadiens y su jardín árabe-andaluz, la mezquita de El-Mansour y la de Kutubia, la madraza Ben-Youssef, el palacio de El-Badi, el Gueliz –la cara más moderna de Marrakech–, el inmenso palmeral, los zocos, como el de Semmarine, las famosas riads (“jardín” en árabe) convertidas en hoteles y restaurantes, la singular gastronomía local… Más que una ciudad, Marrakech es una perla pulida por la historia y el sabor de la hospitalidad que, desde hace siglos, sabe recibir a sus visitantes con los brazos abiertos.
¡Todos al cine!