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Siempre se ha visto a las islas como enigmáticas porciones de tierra, lugares especiales, y visita obligada para cualquier viajero que se precie. Si además hablamos de islas repletas de historia, cultura ancestral, y un entorno de ensueño, entonces la combinación resulta más que irresistible. Y aquí es cuando aparece un destino excepcional: Chile.
De los centenares de archipiélagos e islas que existen en en país sudamericano, hay tres que se llevan las preferencias de los visitantes y a las que se puede viajar con relativa facilidad: Isla de Pascua, Robinson Crusoe y Chiloé. Las dos primeras están muy alejadas del continente (3.700km y 600km respectivamente), en pleno Océano Pacífico. Chiloé, sin embargo, está situada a tan solo treinta minutos en transbordador desde Puerto Montt; también se puede llegar a ella en avión, gracias al nuevo aeropuerto de Castro.
La Isla de Pascua o Rapa Nui, en su lengua original, es uno de los destinos más exóticos no sólo de Chile sino del mundo, ya que es la isla habitada más remota del planeta. No hay otra porción de tierra tan aislada en el mar, una condición le otorga un aura de fascinante misterio.
La isla es un tesoro natural, y por ello el Parque Nacional Rapa Nui, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, protege el 40% de su superficie. Pero la Isla de Pascua también destaca por sus especialidades culinarias, entre las que se encuentra el atún. Por sus playas de arena de color rosa, como la de Ovahe, o las que poseen un encanto verdaderamente paradisíaco, como la de Anakena. Por sus volcanes y praderas, que se pueden recorrer a pie o a caballo. Por sus espectaculares moáis, esas enormes estatuas de piedra con más de 800 años de antigüedad, que fueron testigos del auge y la caída de una sociedad compleja y que aún hoy consigue despertar una total admiración.
El espíritu de esta cultura sigue vivo en sus habitantes, su lengua, sus vestimentas, su música, sus bailes, su artesanía y su gastronomía. Así, por ejemplo, cada mes de febrero la vuelta a las raíces alcanza su punto máximo en la Tapati, una fiesta de dos semanas cuyo corazón son precisamente las tradiciones más antiguas de Rapa Nui; cultura originaria viva, capaz de cautivar a cualquiera.
En la Isla Robinson Crusoe, la principal del Archipiélago Juan Fernández (compuesto además por las islas Santa Clara y Alejandro Selkirk), se puede disfrutar de la gran calidez de sus 500 habitantes, que desde hace un siglo colonizaron la isla. Entre los tesoros de la isla, cabe destacar la langosta, como principal plato gastronómico, y sus aguas, una de las áreas con mejor visibilidad del vasto litoral de Chile, perfectas para el buceo. Del mismo modo, su historia mezcla pasos de corsarios y el primer combate naval de la I Guerra Mundial –con un acorazado alemán hundido en sus costas como testigo. Además, en este mismo lugar fue abandonado el navegante escocés Alejandro Selkirk (en octubre de 1704) siendo rescatado cuatro años y cuatro meses después. Su historia dio origen a la reconocida novela Robinson Crusoe, de Daniel Defoe.
La localidad más importante del archipiélago, San Juan Bautista, se ubica en la costa norte de la isla, en la bahía Cumberland, y es el punto de partida para explorar un territorio –terrestre y marítimo– excepcional. Más allá de las historias de antiguos tesoros perdidos, el verdadero valor tanto de la isla como del archipiélago en su conjunto es el calor de su gente y su apabullante naturaleza. Declarada Parque Nacional y Reserva de la Biosfera por la UNESCO, el área es 61 veces más abundante que las islas Galápagos en especies de plantas endémicas y posee 3 veces más especies de aves.
El archipiélago de Chiloé, al suroeste de Puerto Montt, es un conjunto de islas cercanas al territorio continental de Chile y cuyo mayor encalve, la Isla Grande de Chiloé, alberga ciudades como Ancud, Castro y Quellón, sedes de la cultura chilota, rica en mitos, gastronomía, solidaridad y arquitectura.
En esta Isla Grande de Chiloé (un rectángulo de 250 km de longitud por 50 km de ancho) se puede disfrutar del encanto genuino de sus habitantes, los chilotes, mezcla de los colonizadores españoles y el pueblo huilliche, reconocidos desde siempre por su hospitalidad. El curanto, como especialidad culinaria, y las coloridas casas o palafitos, construidas en pilotes sobre el agua, son un clásico de la isla. Como también lo son sus iglesias de madera, construidas entre los siglos XVIII y XIX, dieciséis de ellas declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Tres islas, tres culturas, un solo país: Chile. En todo caso, descubrir la apasionante cultura, la singular gastronomía y la rica naturaleza de las islas chilenas –sobre todo ahora, que se acerca el verano austral– es una experiencia que nada debería pasar por alto.
Fuente: Interface Tourism Spain