Share This Article
Chequia se viste de gala en invierno dispuesta a impresionar con propuestas originales no sólo dirigidas a los amantes del esquí sino también a quienes gozan con la belleza de los paisajes blancos.
Las propuestas invernales de la República Checa suman el encanto de sus ciudades históricas con la extraordinaria naturaleza del país. Cuando las temperaturas descienden a toda velocidad y comienzan a caer los primeros copos de nieve, los entornos montañosos cobran protagonismo y las estaciones de esquí empiezan a recibir a los amantes de los deportes blancos.
La oferta de diversión invernal, que se extiende habitualmente de noviembre a marzo, abarca todos los puntos cardinales del país, aunque cada uno de ellos por un motivo diferente. En el Norte, las altas Montañas Gigantes (Krkonoše) son las reinas del esquí y están conectadas con la ciudad-balneario de Janské Lázně; al Suroeste, en el Parque Nacional de Šumava (Národní park Šumava), impresionan sus pistas de esquí de fondo; al Oeste, el privilegio de esquiar se combina con el relax del triángulo balneario; y al Este, naturaleza y cultura son igual de sorprendentes. Pero además de recorrer la geografía montañosa, también hay una serie de actividades que los viajeros no pueden perderse:
1. La pista de patinaje más larga del mundo
La nieve se puede disfrutar de modos muy diversos, también al endurecerse cuando se crean, como por arte de magia, preciosas pistas naturales de patinaje. Entre diciembre y marzo se origina en la presa de Lipno la mayor pista de patinaje del mundo, con una extensión de 38 kilómetros y una anchura de 6 a 8 metros. Los fines de semana acuden a este lugar miles de personas deseosas de admirar la belleza del paisaje invernal del entorno de Český Krumlov. Recorrer esta pista no tiene coste alguno y los patines se pueden alquilar en Lipno. Para que el camino no se haga pesado, existen varios bares de hielo en el itinerario. Y sin dejar el Parque Nacional Šumava es muy recomendable subir al mirador del “Sendero sobre la copa de los árboles” de Lipno nad Vltavou. A 40 metros de altura las vistas son inolvidables.
Pero esta no es la única pista de patinaje en Chequia. Se puede gozar igualmente de bellas panorámicas nevadas desde el lago helado de la presa de Orlík. Uno de los mejores puntos para deslizarse es en los alrededores del castillo gótico de Zvíkov, en la confluencia de los ríos Moldava y Otava. Y para quienes se queden en Praga, hay pistas en la parte baja de Vyšehrad, en la presa de Hostivař y en Šeberák.
2. Gran desafío de trineos tirados por perros
La sierra de Orlické hory, en Bohemia Oriental, acogerá del 24 al 28 de enero de 2023 “El Long de Šediváček”, una de las carreras de trineos tirados por perros más duras y extensas de Europa. Tiene lugar a 7.500 metros de altitud y el itinerario, que comienza y termina en Jedlová, en la población de Deštná, atraviesa los paisajes más salvajes y hermosos de estas montañas. En esta 26ª edición competirán unos 700 perros de diversas razas y 100 mushers de la República Checa, Alemania, Austria, Suiza, Francia, Italia, Países Bajos, Croacia, Hungría y Polonia. Los deportistas pueden elegir entre una ruta de 200 kilómetros dividida en 4 etapas o una de 300 kilómetros en 5. La prueba, además, se puede seguir en vivo o a través de la web de los organizadores ya que los corredores serán monitorizados.
3. Esquí de fondo para admirar la naturaleza
El número de amantes de los deportes blancos que se animan a la modalidad de esquí de fondo es cada día mayor. Una disciplina que antaño se consideraba de segunda es ahora elegida con orgullo por aquellos que prefieren un disfrute más pausado del paisaje y una interacción tranquila con el medio natural. La República Checa es un destino idóneo para estos viajeros que encontrarán en los Montes de Jizera (Jizerské hory) más de 200 kilómetros de rutas de esquí de fondo. En esta zona, una de las ciudades que hay que llevar en el radar es la población de Jizerka donde hay hoteles, restaurantes y un ambiente muy animado.
4. Snowboard en otro planeta
Tanto para los que practican esquí como los que prefieren el snowboard, las pistas de Ještěd son un lugar privilegiado para deslizarse en un entorno único, bajo la atenta mirada de la impactante antena de telecomunicaciones-hotel Ještěd (con sólo 22 habitaciones) que te traslada de inmediato a otro planeta. La estación dispone de 10,5 kilómetros de pistas y un entorno idóneo para gozar de un intenso apresquí. Además del hotel mencionado, a sólo tres kilómetros es posible alojarse en la ciudad de Liberec que también cuenta con un buen número de restaurantes. El entorno, inmerso en pleno Valle del Cristal, invita a recorrer sus factorías de vidrio soplado, museos y pequeños establecimientos relacionados con la elaboración de frágiles piezas de cristal.
5. De la pista al balneario en Mariánské Lázně
Las posibilidades para esquiar en Chequia son tan amplias que quienes deseen combinar la adrenalina que genera este deporte con las endorfinas que regalan los tratamientos balnearios, lo pueden hacer. El complejo de esquí Mariánky se sitúa al noreste de la ciudad balnearia de Mariánské Lázně, un destino donde el glamour que emana de su arquitectura se traslada también a sus establecimientos termales. Desde el campo de golf local se puede iniciar una ruta de esquí de fondo, y los que prefieran la opción de esquí alpino sólo precisan subir en el teleférico para llegar a Krakonoška. Las familias también encuentran aquí instalaciones y propuestas para niños, remontes infantiles, parque con alfombra móvil, guardería y escuela de esquí. Y una vez que se baja de las pistas, los balnearios ofrecen estancias y terapias adecuadas para cada huésped.
6. Arquitectura de madera en Beskydy
La pasión por la montaña en invierno regala experiencias en todos los rincones de Chequia, también en las montañas Beskydy. Este reino glaciar situado al noreste de Moravia abruma con sus colinas blancas y onduladas salpicadas de pueblecitos y tradiciones que parecen esperar a ser descubiertos por viajeros curiosos. Los incentivos para acudir hasta este lugar en la frontera con Eslovenia son muchos, pero entre ellos destaca el poder admirar su bonita arquitectura de madera. En la cima de Pustevny, adonde se puede llegar en telesilla, se sitúan casas de estilo modernista proyectadas por el arquitecto Dušan Jurkovič y que hoy día funcionan como alojamiento o restauración. Toda esta zona es también perfecta para degustar delicias locales como los frgál, las orejas de Štramberk e incluso el famoso licor de ciruelas Slivovice.
En todo caso, disfrutar del invierno en Chequia supone vivir todo tipo de experiencias inolvidables, desde la adrenalina de las pistas de esquí hasta el encanto de los pequeños pueblos y la magia de ciudades históricas, desde una gastronomía fuera de serie hasta los paisajes nevados más espectaculares.
Fuente: Czech Tourism