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La Ruta de las Siete Villas recorre una de las zonas costeras más bellas de Cantabria, la antigua delimitación de Trasmiera. Unos 27 kilómetros de recorrido que parten del municipio de Arnuero y pasan por las villas de Ajo, Isla, Noja y Santoña, atravesando enclaves naturales excepcionales, como los montes de El Brusco y El Buciero, o la playa de Berria.
Este itinerario se inicia en el municipio de Bareyo, en la localiad de Ajo. En la villa se ubica el punto más septentrional de Cantabria, el Cabo de Ajo. Ahí conviven mieses, praderías, estuarios, acantiladas y playas. Uno de los puntos más atractivos de la costa es el Cabo de Ajo, que avanza sobre el mar entre el arenal de Cuberris y la desembocadura de la ría de Ajo. En este Cabo está instalado el faro, que se yergue desde la conocida como la punta del Rostro. Muy cerca está el cabo Quintres, una zona de prados y landas atlánticas, que se proyecta al mar desde el alto de La Atalaya, y está considerado como uno de los acantilados más elevados de la costa cántabra.
La ría de Ajo, que es el estuario del río Campiazo, está dentro de la Red Natura 2000 y además es Zona de Especial Protección para las Aves. En este amplio y bello estuario se localizan espartizales, marjales de tamariscos, cañaverales y carrizales, que hacen de la ría un lugar de enorme atractivo para las aves. Son magníficas sus playas de Cuberris y Antuerta.
En esta zona de Cantabria se encuentra el Ecoparque de Trasmiera de Arnuero, un gran museo al aire libre. Se trata de un espacio para visitar en cualquier época del año, aunque la primavera ofrece grandes posibilidades para su disfrute. El Ecoparque, junto a las Marismas de Joyel, que, a su vez, están integradas en el Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, es un territorio de 25 kilómetros cuadrados convertido en un museo a cielo abierto de las marismas, la naturaleza y el patrimonio. Dentro del Ecoparque se encuentran los centros de interpretación de cada una de las temáticas que se integran en este museo: La Casa de las Mareas, dedicada a la observación de las Marismas; el Molino de Santa Olaja, un antiguo molino de Mareas que se ha convertido en observatorio de mareas; el Centro de Tradiciones Salvador Hedilla, destinado a observatorio de la memoria y, el observatorio del Arte de Trasmiera en la Iglesia de la Asunción.
Este territorio singular integra una red de sendas e itinerarios que, además de conectar los centros temáticos, discurren por parajes del mayor valor natural e identifican los principales elementos del patrimonio del municipio. Estos caminos o sendas están concebidos para recorrerlos a pie o en bicicleta y diseñados en pequeños anillos conectados entre sí, de forma que cada senderista pueda configurarse un paseo a la carta, desde 3 a 20 kilómetros, que pueden ir por playas, rías, acantilados, encinares, huertos, palacios, casonas o torres medievales. En este municipio se encuentra la villa de Isla, pequeña localidad costera con bonitas playas y casonas.
La marcha discurre paralela a la costa de Cantabria hasta llegar a Noja, una villa turística con hermosas playas, que tiene parte de su territorio dentro del Parque Natural de las Marismas de Santoña, en concreto los dos grandes humedales de Joyel y Victoria. Las Marismas de Joyel están junto a la ría de Cabo Quejo, en el extremo noroccidental del municipio. Tienen una extensión de alrededor de 250 hectáreas de gran valor paisajístico y ornitológico. La mezcla entre el agua salada y la dulce proveniente de las precipitaciones crea un espacio natural de gran valor medioambiental, donde conviven numerosas especies de fauna y flora. Por su parte, las marismas de Victoria están situadas en la zona oriental del municipio. Se trata de un pequeño humedal que, en sus orígenes, estaba unido al mar por un gran canal. Es una zona importante de nidificación de aves. Entre sus atractivos naturales se encuentran, además, las playas de Tregandín, Noja, Ris y Joyel. Trengandín es un extenso arenal situado en un magnífico paisaje montañoso, esta playa cuenta con múltiples servicios para el bañista. La playa de Ris, también un extenso arenal con una singular y característica barrera de islotes y rocas. Entre estas formaciones rocosas se encuentran las islas de San Pedruco, Suances y La Oliva. En la isla de San Pedruco se conservan los restos de una de las primeras ermitas levantadas en Noja, la ermita de San Pedruco, que está rodeada de higueras centenarias.
El siguiente hito en el camino es la punta del Brusco, una emblemática barrera natural a la que se asciende para bajar por la ladera contraria a la playa de Berria, una extensísimo arenal rodeado de encinares y junto al Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria, Noja y Joyel.
Tras abandonar Berria, la ruta se eleva de nuevo hacia el Monte de El Buciero, cuyo recorrido permite disfrutar de unas espectaculares vistas sobre la costa de Cantabria. La ruta pasa junto a dos faros, uno de ellos, el del Caballo, al que se llega descendiendo por una escalera de 760 escalones, y tres antiguos fuertes que en la antigüedad se encargaban de defender la bahía de Santoña. El destino de la marcha es la villa de Santoña, la localidad marinera por excelencia de Cantabria, de enorme riqueza paisajística y con un importante patrimonio histórico.
Santoña surgió en torno a Santa María del Puerto, un poderoso monasterio que llegó a controlar buena parte de las instituciones religiosas de esta zona de Cantabria, y cuya santa se ha convertido en la patrona de la villa, del cual ha sobrevivido la Iglesia Santa María del Puerto, un tesoro que liga elementos románicos, tardogóticos y clasicistas. En Santoña, son numerosos sus monumentos y edificios notables. Distribuidos por todo el casco urbano, hay construcciones para todos los gustos. Desde los edificios militares situados en el Monte Buciero, como los Fuertes de San Martín, San Carlos o del Mazo; hasta las iconografías religiosas, como el monumento a la Virgen del Puerto, que sirve de faro-guía para las entradas y salidas de las embarcaciones del puerto. Destacan también la estatua de Víctor de los Ríos y los palacios del Duque de Santoña y de los Marqueses de Chiloeches, construcciones neoclásicas y barrocas respectivamente. Por supuesto, es obligado degustar unas sabrosas anchoas o las diferentes conservas y semiconservas que se elaboran en esta villa marinera.
En cualquier caso, recorrer las Ruta de las Siete Villas es una experiencia que pone sobre la mesa algunos de los matices más singulares de la geografía y de la cultura de Cantabria.
Fuente: IC Comunicación
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