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Desde mañana, viernes 12 de diciembre, y hasta el próximo domingo 14, estará abierta al público la muestra gastronómica ¡Qué rico, Dios mío!, una exposición de dulces elaborados en los conventos de clausura de la provincia de Cádiz.
Organizada por la Diputación Provincial de Cádiz, ¡Qué rico, Dios mío¡ pone este año a la venta unos 3.500 kilos de repostería artesana gaditana, elaborada en doce conventos de clausura de Arcos de la Frontera, Cádiz, Jerez, El Puerto de Santa María, Medina Sidonia y Sanlúcar de Barrameda con el doble objetivo de difundir la sabiduría pastelera de las monjas y recaudar fondos a beneficio de estas congregaciones.
La muestra se celebra en el Palacio de la Diputación, antigua aduana de Cuba y Filipinas, y en ella se pueden adquirir todo tipo de delicias: alfajores, amarguillos, mantecados, polvorones, roscos, tortas y empanadillas; bolitas, pestiños, cocadas y quesitos de Puerto Príncipe; sultanas, hojaldrinas, trufas, pastelillos y rompope…
Consolidada como un excepcional escaparate de la repostería gadiana, miles de personas visitan cada Navidad el Palacio de la Diputación con motivo de esta muestra –que este año cumple ya su decimonovena edición– y la mayoría de los dulces se venden entre el viernes y el sábado; para el domingo no suelen quedar casi nada, así que bien vale la pena anticiparse.
En todo caso, esta singular muestra de repostería conventual es una ventana a la excepcional gastronomía gaditana, uno de los atractivos más potentes de la provincia, desde los guisos marineros de la Bahía de Cádiz y el atún de almadraba de la costa atlántica hasta los platos de venado, perdiz y conejo, los cocidos y potajes típicos del interior; el aceite de la Sierra de Cádiz y el célebre queso “payoyo” de la Sierra de Grazalema, o los singulares vinos de Jerez.