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Entre hoy y mañana, 20 chefs de todas partes de Europa mostrarán sus habilidades gastronómicas en Budapest, en la final europea del Bocuse d’Or, el concurso gastronómico más importante del mundo –el “Oscar” de la gastronomía–. De este modo, y aunque sólo sea por unos días, la capital húngara se convertirá en el centro gastronómico del mundo. El concurso se llevará a cabo en el marco de la exposición de la industria alimentaria internacional Sirha, que se espera que atraiga a cerca de 350 expositores procedentes de Hungría y en todo el mundo, además de los aproximadamente 20.000 visitantes profesionales.
Después de ganar eventos de selección nacionales celebrados en sus respectivos países, los candidatos están más dispuestos que nunca a superarse durante una presentación culinaria que promete ser asombrosa. Tras el concurso y la pugna entre ellos, sólo 11 cocineros ganarán un boleto para la final del Bocuse d’Or en 2017, en Lyon, la ciudad natal de Paul Bocuse, en la que participarán 24 grandes cocineros de todo el mundo. Después de varios meses de preparación, algunos de los chefs más prometedores se reúnen durante dos días de intensa competición en los cuales deben mostrar su mejor talento en un intento de ganar el trofeo de la gastronomía más codiciado del mundo.
Los precursores húngaros fueron Tamás Széll que quedó en décimo lugar en 2013, el mejor resultado para un país que participaba por primera vez, y Gábor de Molnár que quedó en el puesto 13 en la última edición. España, en cambio no ha tenido mucha suerte en este concurso, pese a ser uno de los países con mejor gastronomía (con el mejor restaurante del mundo en el Celler de Can Roca) y 211 estrellas Michelin repartidas por todo el territorio nacional. En la última edición, el representante español quedó en el puesto 23 sobre 24. Ahora, en la final europea de Budapest, España será representada por el joven cocinero extremeño Juan Manuel Salgado, de 26 años, jefe de cocina del Restaurante Plassohla del Hotel Ohla de Barcelona. Además, Adolfo Muñoz, del Restaurante Adolfo de Toledo, que este año es Capital Española de la Gastronomía, formará parte del jurado que elegirá a los finalistas.
Bocuse d’Or, que se celebra cada dos años es el mayor desafío que existe para los cocineros de todo el mundo, un evento que ha superado con creces su importancia original cuando comenzó en 1987. También hay una gran competencia entre los proveedores, y las ciudades constantemente compiten por el derecho a celebrar las finales locales. Es por esto que es un logro extraordinario que Budapest haya conseguido el derecho a organizar la final europea. Los propios organizadores franceses han reconocido que las tradiciones gastronómicas de Hungría y el entusiasmo que encontraron dentro de la capital húngara contribuyeron positivamente a la hora de su elección como sede para la fase final continental.
Una ciudad en evolución
Budapest deslumbra al viajero por sus infinitas caras. Es una de las ciudades más bellas de Europa, reconocida como Patrimonio de la Humanidad. Es la mayor ciudad termal del continente, y probablemente del mundo, con decenas de históricos balnearios. Es elegante, es animada, es sorprendente… Ahora, además, la capital húngara es un destino en el que la gastronomía tiene mucho que decir.
Parece como si, casi de repente, la ciudad hubiera descubierto que tiene un gran potencial en su gastronomía, que se une a la buena fama que ya tenían algunos de sus vinos. El logro de hasta cinco estrellas Michelin para otros tantos restaurantes en apenas unos años (Costes, Onyx, Borkonyha, Tanti Étterem y el recién incorporado Costes Downtown), y los honrosos buenos puestos que han conseguido sus dos chefs en las últimas ediciones del premio Bocuse d’Or parecen haber estimulado el ánimo de los budapestinos por mostrar su gastronomía al mundo.
La cocina de Budapest y de Hungría están marcadas en gran medida por las tradiciones de la Europa Occidental y la del Este. Además de en los ingredientes típicos, el secreto de la cocina húngara debe buscarse en el método tradicional de preparación, que permite a cada uno desplegar todo su aroma. Así, su ingrediente más famoso es la paprika y los platos que se condimentan con ella se denominan paprikás. Normalmente se sirven con salsas cremosas y amargas y acompañan las aves y la ternera. Pero su uso más generalizado es en las sopas de carne y estofados, con cebolla y patatas, como el célebre gulash, que se sierve en muchos restaurantes de Budapest, aunque la tendencia es elaborar platos más actuales. Incluso algunos, como el propio Onyx, se atreven con versiones modernas del plato tradicional; los más vanguardistas reniegan incluso de todo lo que les recuerde la tradición.
Sin embargo, los bistrós clásicos viven su renacimiento por todo el país, especialmente en Budapest, aunque tratan de imprimir un toque moderno a sus platos. La prestigiosa guía Gault Millau ha dado una puntuación muy alta a lugares como Mák bisztró, que hace poco obtuvo el premio como “Mejor restaurante progresista de Hungría” y “Mejor restaurante de Budapest”, entre otros, mientras su chef, Krisztián Huszár, fue reconocido como “Chef del año”. Otro lugar de moda y muy valorado es Bock Bistró, una apuesta del extravagante chef Lajos Biró y del famoso enólogo József Bock. En la gama alta es imprescindible referirse a los dos primeros portadores de estrellas Michelin: el Costes y su gran rival, el Onyx, situado en la Plaza Vörösmarty y filial del mejor café-pastelería de Budapest, el Gerbeaud. Y siempre está el clásico y más que centenario Gundel, el restaurante con más renombre de la ciudad y una de las mesas más refinadas de Europa Central; su espectacular brunch dominical, animado con música en vivo, es el sitio “donde hay que dejarse ver” un domingo a mediodía.
Los locales gastronómicos en Budapest están en permanente evolución y siempre hay algo nuevo que descubrir. A los que les apetezca conocer lugares curiosos, originales y adentrarse en lo más profundo del corazón de la ciudad, con un presupuesto limitado, deben hacer una visita a Ellátó, un restaurante de comida rápida especializado en sopas; al Magic Burger, en Óbuda, que se hizo muy popular tras aparecer en la película “A good day to die hard” de Bruce Willis. Y los que quieren probar un auténtico lángos, una especie de pizza hecha con pasta de patata y diversos ingredientes, no pueden dejar de visitar los mercados de la plaza Lehel y de la calle Fény o el Mercado Central, aunque la Kolbászda de la calle Gyorskocsi también es una elección perfecta para los aventureros de los sabores.
En todo caso, tanto la final europea del Bocuse d’Or como la diversidad de opciones que ofrece la ciudad, confirman el gran atractivo de la vibrante y dinámica escena gastronómica de Budapest.
Fuente: Open Comunicación
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