Share This Article
En los primeros años del siglo XVII, el pintor y grabador italiano Annibale Carracci (Bolonia, 1560 – Roma, 1609) se comprometió con el noble español Juan Enríquez de Herrera a pintar al fresco la capilla de su familia en la iglesia de Santiago de los Españoles, en la Plaza Navona de Roma (hoy Iglesia de Nostra Signora del Sacro Cuore). Así, Carracci ideó todo un gran conjunto pictórico sobre la vida San Diego de Alcalá y llegó a ejecutar algunos frescos antes de que en 1605 sufriera una grave enfermedad que le apartó del proyecto, delegando la ejecución de las pinturas en Francesco Albani, Giovanni Lanfranco y Sisto Badalocchio, entre otros colaboradores de la Escuela boloñesa.
Hoy, algo más de 400 años después de la creación de aquellas obras maestras, el Museu Nacional d’Art de Catalunya, en colaboración con el Museo Nacional del Prado y la Gallerie Nazionali di Arte Antica Palazzo Barberini, reúne por primera vez desde su dispersión –las pinturas fueron arrancadas en la década de 1830 y enviadas a España; 7 fragmentos fueron depositados en el Museo del Prado y otros 9, que forman parte de la colección del Museu Nacional d’Art de Catalunya, en la Reial Academia de Belles Arts de Sant Jordi (se desconoce el paradero de 3 fragmentos que faltan para completar el conjunto, aunque parece ser que en su día fueron depositados en la iglesia de Santa María de Montserrat, también en Roma)– el conjunto de los frescos de la capilla Herrera.
Esta serie de pinturas murales de excepcional importancia, quizás el encargo más importante recibido por Carracci en el final de su carrera, era hasta ahora poco conocida, debido seguramente a su dispersión. Sin embargo, las diferentes campañas de restauración realizadas desde 1992 por el Museu Nacional y la reciente restauración de las pinturas que conserva el Museo del Prado ha permitido, finalmente, que los dos museos puedan abordar juntos su exposición y estudio y, en colaboración con la Galería Barberini, mostrarlas también en la ciudad en la que fueron creadas: Roma.
En este sentido, la pintura mural arrancada tiene una presencia muy especial en la colección del Museu Nacional d’Art de Catalunya: en las salas de arte románico, con las pinturas de las iglesias de los Pirineos; en las de arte moderno, con los frescos realizados por Xavier Nogués para las Galerías Layetanas; en las salas de Renacimiento y barroco, con los frescos de Carraci… En todo caso, la nueva exposición Annibale Carracci. Los frescos de la capilla Herrera permite recorrer, precisamente, las diferentes alturas de la capilla a través de una fiel recreación de su decoración.
Así, dos frescos que se situaban en el exterior, sobre el acceso a la capilla (la Asunción de la Virgen y los Apóstoles alrededor del sepulcro vacío de la Virgen), y otros cuatro, arrancados de las paredes del interior, así como el cuadro de altar, pintado al óleo sobre tabla (San Diego de Alcalá intercede por Diego Enríquez de Herrera), y los cuatro trapecios que decoraban la bóveda de la capilla con escenas de la vida del santo protagonista, más tres óvalos que se situaban en las pechinas, que se exponen por primera vez después de su restauración, entre otras pinturas que completaban la composición de Carracci para la capilla Herrera, se muestran ahora en el museo barcelonés, reunidos por primera vez desde el siglo XIX.
Completa la exposición –que estará en el MNAC hasta el próximo 9 de octubre, momento en el que se trasladará al Palazzo Barberini de Roma– una selección de dibujos atribuidos a Carracci o a su taller, procedentes de la propia Acadèmia de Sant Jordi y de Europa, estampas que reproducen los fragmentos perdidos y libros de exequias de los reyes de España donde se reproduce el interior de la iglesia, así como un completo catálogo en el que se analiza la importancia de este encargo en la trayectoria profesional de Annibale Carracci, la tenacidad en salvar los frescos de la iglesia de Santiago de los Españoles de Roma, durante la década de 1830, y el relato de la cuidadosa restauración de las pinturas por parte de las instituciones que las custodian.
En definitiva, el Museu Nacional d’Art de Catalunya vuelve a figurar como un auténtico protagonista de la excepcional agenda cultural de Barcelona, ofreciendo al gran público una mirada fascinante a la Historia del Arte.
Fuente: Prensa MNAC