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Caminos centenarios a través de la naturaleza, festivales de verano iluminados con fuegos artificiales, playas de ensueño de aguas turquesas, diversidad gastronómica… Madeira, esa pequeña joya del océano Atlántico y vecina de las Islas Canarias, es un verdadero paraíso y, por lo tanto, merece una buena visita. Aquí quedan algunas sugerencias para convencer a los escépticos y para ir preparando el próximo viaje a esta maravilla de Portugal
1. Caminar las “Levadas”
Las “levadas” son canales de riego que comenzaron a construirse desde el siglo XVI; hoy abarcan una extensión de 3.000 kilómetros. Son una vía ideal para recorrer la isla a pie y disfrutar de su asombroso paisaje. Además, forman parte de un conjunto de áreas protegidas, entre las que destacan el Parque Natural de Madeira y el Parque Ecológico de Funchal. Una manera única de descubrir el archipiélago.
2. Festival del Atlántico
El Festival del Atlántico marca el inicio de la temporada de verano en Madeira con una amplia variedad de actividades y celebraciones que se llevan a cabo del 3 al 24 de junio. Entre ellas, el Festival Raíces del Atlántico, que tiene como escenario principal los exhuberantes jardines de la emblemática Quinta Magnólia; su ecléctico programa incluye desde música nacional hasta Soul o Funk.
Otra de las actividades más destacadas es el espectáculo piromusical de más de veinte minutos que tiene lugar, sin falta, cada sábado del mes de junio, en el muelle de la Pontinha, en la ciudad de Funchal, capital del archipiélago. Todo bien acompañado de música y buena gastronomía que hacen que sea una experiencia única para visitantes y residentes.
3. Variedad de sabores
Las cosas simples a veces son las más bellas. La gastronomía de Madeira retrata el alma de un pueblo simple pero generoso, a través de diversas variedades de pescado fresco, o de la “espetada” de carne de vaca en brocheta de palo de laurel que se sirve acompañada con maíz frito y el típico pan “Bolo-do-Caco” con mantequilla de ajo, entre muchas otras opciones.
Para los que busquen algo dulce, el tradicional “Bolo-de-Mel“, realizado con especies variadas, frutos secos y miel de caña de azúcar, es una de las mejores opciones. Como también lo es el muy popular pastel de queso de Madeira, elaborado a partir del típico requesón fresco de la isla. Por supuesto, todas estas declicias gastronómicas van siempre bien acompañadas por el famoso Vino de Madeira, un vino fortificado –como el Jerez o el Oporto– que se toma como aperitivo o postre. Incluso, algunas bodegas de la isla ofrecen experiencias enoturísticas.
4. Bosque de Laurisilva – Patrimonio de la Humanidad
El Bosque de Laurisilva de Madeira es un verdadero paraíso; sus veredas y levadas nos llevan a entrar en contacto con la naturaleza más auténtica. Este bosque, considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1999, ocupa un área de unas 15.000 hectáreas y es una de las experiencias más maravillosas para descubrir parajes bien cuidados con naturaleza autóctona virgen.
5. Playa de Porto Santo – una de las 7 mejores de Portugal
A esta playa de arena fina se le conoce como “Isla Dorada” y es capaz de seducir hasta a los viajeros más exigentes. Se encuentra en la isla de Porto Santo, y está bañada por agua turquesa y cristalina a lo largo de sus 9 kilómetros, un color de mar muy difícil de encontrar. Es el lugar perfecto para el descanso o para los que buscan bienestar y salud. Esta playa ha sido elegida la mejor «playa de dunas» en el concurso «7 Maravillas – Playas de Portugal».
En definitiva, programar una escapada a este archipiélago portugués debe entrar en cualquier lista de “viajes pendientes”. Naturaleza, cultura, gastronomía… Madeira y Porto Santo –y las reservas naturales de Ilhas Desertas e Ilhas Selvagens– ofrecen un conjunto de posibilidades realmente único.
Fuente: Aviareps